EL ORFEÓN CACEREÑO: EL HECHIZO
MUSICAL
El Orfeón Cacereño que nació como Orfeón Provincial de Cáceres, un
orgullo de la ciudad, desde sus primeros compases, y un icono, comenzó su
andadura en 1964. Con mucho trabajo y mucha ilusión. Y que siempre, además supo
transmitir hechizo musical a los distintos y diferentes auditorios.
Lo hizo bajo la sugerencia de Alfonso Díaz de Bustamante y Quijano,
alcalde de la ciudad, con la dirección
inicial del maestro Francisco
Cebrián Ruiz (1913-1999), director de la Banda Municipal entre 1953 y 1968,
persona inolvidable –por su esmero, por su cordialidad, por su capacidad
divulgativa de amor a la música- en la historia del Cáceres de Aquellos
Tiempos… Y en tan solo unas semanas el profesor Cebrián Ruiz comenzó con los
primeros ensayos y con la presencia, ahí es nada, de más de cincuenta buenas y
muy voluntariosas voces que comenzarían a izar la bandera de la canción junto
al nombre de la ciudad.
El Orfeón debutaba en los salones
del Ayuntamiento el 23 de abril de 1965, San Jorge, Patrón de la ciudad de
Cáceres. Hubo, claro es, un lleno absoluto, como hubo muchas lágrimas de
emoción… Entre miembros del Orfeón y también, del público que abarrotaba la
sala. Sobre todo cuando los miembros de la agrupación coral cacereña
interpretaron el “Coro de Peregrinos”,
de la ópera Tannhäuser, de Richard Wagner, que se basa en la lucha del amor sagrado y profano y la
redención a través del amor.
Años después pasaba a dirigirlo Trinidad León Berdión, una mujer tan
dinámica como entrañable, tan esmerada como persistente, que fuera profesora
del Conservatorio, donde ocupó las cátedras de Folklore, Piano y Acordeón. Y
que también dirigiera el Coro del Colegio Donoso Cortés y el de la Universidad
Laboral, donde impartí clases.
Más tarde pasaría a denominarse
Orfeón Cacereño, tuvo la batuta, además de Francisco
Rodilla, Kariné Gueyandova y Maria del Castillo Ventosa, siempre contó con
un muy selecto repertorio, entre piezas sacras, canciones típicas del folklore,
medievales, óperas, renacentistas… Y, siempre, entre ovaciones y la admiración
de cuantos aprecian, de verdad, la elevada calidad artística de todos sus
componentes. Siempre cantando bajo el nombre de Cáceres, que pregonan con tanto
esmero.
En sus vitrinas se almacenan
señaladas distinciones entre las que sobresalen Extremeños del Año e
Importantes de Extremadura. Conseguidas, eso sí, a base de pulso, constancia y
tal vez, nunca mejor dicho, de armonía.
Un Orfeón que el año 1981
aparecía así en las páginas de la revista “Alcántara”,
en un reportaje de acertado título: “COMO
LOS PROPIOS ÁNGELES”. Y en el que se puede leer: “Es el Orfeón Cacereño. Que canta, que interpreta como los propios
ángeles”.
Tantos años después, desde 1964
hasta hoy, suenan y resuenan esas voces angelicales al hilo de un Orfeón, como
uno de los estandartes de la ciudad y en el que, allá en sus tiempos, un
servidor aportó su voz.
Un Orfeón, la vedad, que, de
siempre, supo transmitir el mejor hechizo musical a todos. Y que ahora cuenta
en la presidencia con Juan Carlos Bravo
García, una persona de extraordinario corazón y empuje para llevar a la
agrupación coral cacereña a los mejores empeños posibles. Loa que se merecen
tanto la Ciudad de Cáceres como los entusiastas y vocacionales miembros del
Orfeón de la capital con ese más que amplio repertorio que guardan, como oro en
paño, entre la dulce esencia que mana y emana de sus voces.
Noviembre de 2016 Juan de la Cruz
Gutiérrez Gómez
Licenciado en Periodismo, Escritor e
Investigador.
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